Tal afirmación tiene como base la inexistencia de huellas, entiéndanse pisadas y la ausencia de heces fecales. En su desaparición incidieron, a criterio del profesor Vicente Berovides Alvarez, especialista en conservación de la Empresa Nacional de Flora y Fauna, varias causas, entre ellas los incendios forestales, particularmente, en las plantaciones donde se refugiaba, la caza y la expansión de las ratas.
Ese animal, capromys sanfelipensis, catalogado de valioso endémico local, vivió hace años en el enclave, pero los depredadores naturales y el hombre prácticamente aniquilaron la otrora abundante población del roedor de solo 30 centímetros de talla y tenue coloración carmelita que anida dentro de la tierra. La jutiíta de tierra se alimentaba de mangle, pero como este posee poca proteína, de noche, salía en busca de residuos de pescado y moluscos.
Según el especialista pudieran existir en otros cayos al norte de Pinar del Río, con praderas de hierbas de vidrio, pero no cuentan con igual ecosistema y, además, su extinción se estima a finales de la década de los 90.
Precisó que para declarar una especie en extinción deben esperarse unos 50 años y que no conste registro alguno en la naturaleza, pero para esta no hay esperanzas.
En la decadencia de algunas especies influye también la situación económica, porque algunos recursos materiales y financieros se destinan a otras necesidades de primer orden del desarrollo y de la propia población y por ello es importante lograr un equilibrio para con medidas mínimas y no caras, proteger estos animales.
Su conservación es extremadamente difícil, pues la crítica disminución de la especie limitó que se procrearan de manera natural.
En cuevas y árboles de esta provincia habitan otras dos especies de jutías exclusivas de Cuba, denominadas Congo y Carabalí, que alcanzan más de 50 centímetros y hasta cinco libras de peso, en tanto han corrido mejor suerte que la diminuta, aunque son muy cotizadas por su sabrosa carne.
Con la apertura de una microestación biológica en los Cayos de San Felipe, se intensifican los programas científicos conservacionistas, entre ellos los dirigidos al cuidado de las tortugas marinas y otros reptiles, el manatí, aves, invertebrados y especies de la flora como manglares, manigua costera y vegetación de playa arenosa.